El miedo escénico en el fútbol: Chelsea y Atlas

21 mayo 2008

“El miedo escénico y otras hierbas” se titula uno de los varios libros de Jorge Valdano. En algunos pasajes habla de como un jugador de fútbol pasa por distintos estados de ánimo y de como logra o no, controlar el miedo escénico de actuar ante la mirada juiciosa de miles de aficionados en un estadio, y millones a través de señales de audio y video alrededor del mundo.

Dos ejemplos de hoy. Chelsea y Manchester United se dieron un agarrón monumental en lo más alto del fútbol mundial. Aún así, vimos una “infantilada” de Didier Drogba quien dando un manotazo, se fue expulsado del partido más importante del año para su escuadra azul. Luego, en la tanda de penales, el mejor jugador del mundo, quiere lucir confianza, seguridad, o como decimos en México: “le pone mucha crema a los tacos” y termina fallando un penal, en una final de Champions con la audiencia televisiva más importante y por minutos se convierte en el villano de la película.

Cristiano Ronaldo falló un penal en la final de la Champions League

Sin embargo, el fútbol no tiene lógica, no es caballero, no tiene palabra y le juega en contra ahora a John Terry, el férreo capitán blue, y se resbala increíblemente haciendo estallar en júbilo a una marea roja apostada en Moscú y sucumbiendo en la incertidumbre a una muchedumbre azul que no cree lo que acaba de suceder. Anelka, un jugador de alto valor en cada traspaso que ha tenido, y pocos resultados en la cancha se encargó de hundir el barco azul cobrando un penal tibio donde uno piensa que en esta instancia habría que meterle la vida y el alma como el cobro de Anderson que sabe que no debe fallar, que no puede fallar.

Y nos vamos del otro lado del mundo, a un fútbol más modesto, pero igual de apasionante: Atlas hizo lo más importante, tener un marcador cómodo, cerrar en casa, ante un Boca Juniors que parece hecho para la Santander Libertadores, que parece hecho para las proezas y que no conoce el pánico, el miedo escénico.

Atlas en casa, salió espantado, con miedo, no quería despertar a la fiera enfrente, una actitud chiquita, dejaron de jugar lo que vimos y en 45 minutos acabaron con el trabajo de seis meses que quería dejarle alguna satisfacción mayor a su afición. Todo quedó en buenas intenciones, una actuación buena, pero que quedará como una más de los equipos mexicanos en la Santander Libertadores.

¿Hay presión en el fútbol? Si. En algunos casos más, en algunos casos menos. Hay quienes pueden manejarlo, hay quienes no. Hay quienes se crecen, hay quienes se vuelven irrespetuosos ante ese mounstruo de miles y millones de cabezas que están sobre ti. En otros casos, es tan desmedido y abrumador que nada sale, que los músculos se entumen, que aquello que es cotidiano parece desvanecerse, mientras que otros cobijados por la grandeza de un club o guiados por un pastor líder en gambeta, en disparo o en explosividad, encuentran el camino a la gloria.

Atlas perdió 3-0 en casa, con una actuación lejana al Atlas que empató en Liniers 2-2 con Boca Juniors, ese Boca que no necesitó emplearse a fondo. Se paró en el Jalisco a hacer lo suyo y un espantado Atlas no supo reaccionar, no supo que hacer con el peso que significaba eliminar a los xeneizes.

Quizás el miedo escénico en momentos claves, esas fallas inexplicables, sin lógica, sin razón, son las que determinan la personalidad que un club forja en su historia, quizá por eso, Atlas tiene casi 60 años sin ganar absolutamente nada, y quizás por eso, el Chelsea aún no se alza con una Champions League.

Foto | UEFA.com

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