Desde hace poco más de un mes, he estado viajando por diferentes lugares, y puedo decir que he seguido mis estudios del fútbol. Uno nunca deja de aprender.
De repente me encuentro caminando en una gran urbe, donde el fútbol se consume 24 hrs., cualquier producto relacionado con el balón se vende con éxito, estadios llenos, fans solidarios, toda una fiesta de Primera División. Dos días antes, me encuentro caminando entre el duro sol y la humedad de alguna ciudad más pequeña, con muchas carencias, pero un empuje por sostener un equipo de Tercera División. Veo un partido, voy y veo los entrenamientos de algunos niños y escucho los planes del dueño del equipo que busca arraigar a toda costa su equipo y que económicamente al menos pueda salir tablas.
No pasa un día, o dos, y ahora me encuentro viendo un partido de Segunda División, otro club, otras necesidades, otro entorno, otro ambiente. Llegan entrenadores, jugadores, aficionados, directivos y todos tienen algo que contar y una consulta que solicitar.
Hoy veo con cierto dejo de tristeza como salen noticias que desprestigian al Fútbol Mexicano, que lo manchan y antes que pertenecer a esta industria, soy un aficionado. La mayoría de los que estamos en esto, empezamos en una cancha infantil, unos llegan más lejos que otros. Otros seguimos en las canchas y otros nos fuimos a las tribunas. Nos tomamos una cerveza, disfrutamos un gol, nos lamentamos en la derrota, sufrimos en los Clásicos. Y un día, estuvimos del otro lado.
Es muy difícil el fútbol, es un juego de pasiones y de sentimientos difíciles de controlar. Más difícil, porque pocos son quienes se quitan esa pasión y ese sentimiento para pensar y actuar con profesionalismo. Dificil para el aficionado explicarle que cuando un equipo no gana, no es necesariamente porque “no se suda la camiseta” o porque “no le ponen güevos” los jugadores. Es difícil explicar a un directivo que hay procesos naturales y que no siempre los resultados deberían mandar cuando se tiene un proyecto. Complicado también es decirle a los fans que la comercialización y mercadotecnia no es mala, ni es un demonio, y que no le quita pasión al juego, siempre y cuando sea bien planeada y mejor ejecutada, porque al final, los más beneficiados son ellos. También es difícil evitar ese juego de egos que sucede cuando el aparato mediático voltea a verte y no te quita la mirada: jugadores crecidos o “agrandados”, DT’s que se creen más importantes que los jugadores, Directivos Protagonistas, Medios amarillistas, y ahí vamos todos.
Hoy vemos con tristeza muchas noticias, una promesa mexicana se va a jugar a Estados Unidos, un equipo cambia de entrenador por cuarta ocasión en un torneo, o que los arbitros mexicanos buscan ganar más dinero, solo me hacen pensar que los involucrados estamos haciendo mal las cosas. Algo está mal, algo se nos salió de control, algo no nos permite avanzar. Ese algo está dentro de nosotros mismos. Es momento de reflexionar por el bien de nuestro juego, y dejar las excusas usuales: La FIFA, la FMF, el dirigente, el gobierno, el de a lado. Tenemos que empezar por nuestras áreas de influencia.
Todos hemos coometido errores, hacer un examen de conciencia es un buen paso, aceptarlos, estudiarlos y decidir como actuar en consecuencia es el tema a seguir.