Michael Jordan en su libro “Mi FilosofÃa del Triunfo” dice:
Cuando empezamos a ganar campeonatos, existÃa un acuerdo entre los doce jugadores. Todos sabÃamos cuales eran los roles a desempeñar. ConocÃamos nuestras responsabilidades y capacidades.
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Nos tomó cierto tiempo comprenderlo. Se trata de un proceso donde debe desaparecer el egoÃsmo. A nuestra sociedad le cuesta trabajo entenderlo. A veces la gente no sabe desempeñar roles que requieren olvidarse de ser superestrella. Por lo general, domina una tendencia a ignorar o faltar al respeto a las partes que permiten el funcionamiento del todo.
Cuando leà esto, creo que maduré profesionalmente en muchos aspectos. Con una carrera profesional vertiginosa para mi, llegó un momento que sentÃa que merecÃa estar en otra posición, que no siempre mis ideas eran valoradas y que mi talento o capacidad no estaba siendo aprovechado. A la distancia, fue un error que solo curó el tiempo y la experiencia, aunque hoy pienso que pude haberlo aprendido antes.
Ese el principal problema de los grupos de trabajo, de los equipos de fútbol, de las empresas deportivas, incluso de la empresa tradicional. Por lo regular, deseamos una posición mejor dentro de ese grupo, si eres obrero, quieres ser jefe de turno o de grupo, si eres coordinador comercial quieres ser el Gerente. Si eres Gerente quieres algo más… y asà sucesivamente.
Lamentablemente no todos tenemos las habilidades y capacidades para desempeñar tal o cual rol dentro de un grupo, no todos tienen liderazgo para comandar un equipo, no todos tienen capacidad de análisis para estar en una posición de planeación, no todos tienen la fuerza para estar haciendo el trabajo continuo. Y la mayorÃa de las veces nos elevamos capacidades que quizás no tenemos o quizás los demás no ven.
Por eso es tan complejo dirigir un club, un equipo de fútbol, porque es importante visualizar, medir y captar cuales son las capacidades del equipo de trabajo, que talentos tiene cada quien, ponerlos al servicio del bien común, y además convencer a todos de que el rol que tienen es el adecuado.
Aceptar fortalezas y virtudes, reconocer que alguien tiene más experiencia, que alguien trae buenas o mejores ideas, que alguien tiene cualidades debe ser un ejercicio cotidiano para poder ubicarnos en una escala real y ser útiles y sobre todo, productivos hacia los fines del grupo. Quizás uno no pueda ser el máximo goleador del equipo, pero si puede ser uno un jugador constante en el transcurso del torneo. A lo mejor queremos ser la máxima figura, pero no tenemos el carisma de otros. Asà son las cosas, y asà deberÃamos aceptarlas para encajar dentro de la inercia del grupo.
Lo mismo en la disciplina. A veces no entendemos las decisiones directivas y/o ejecutivas. Por algo la gente que toma decisiones está ahÃ, claro puede haber quienes no sean los idóneos, pero mientras no llegue el momento son quienes toman el rumbo y están en esa posición para indicar el camino a seguir. No siempre las decisiones son comprensibles o incluso pueden parecer inadecuadas, pero la disciplina también es aporte a un grupo.
Como vemos, al final, el fútbol, o los deportes de conjunto, o el manejar una empresa deportiva no es diferente a manejar un grupo de trabajo en una fábrica o una empresa. El factor humano es algo difÃcil de amalgamar, por egos, por falta de ubicación, por falta de manejo en los roles del grupo, por falta de un liderazgo adecuado, por falta de metas claras y compromisos de los actores en busca del bien común.
Cuando vemos problemas en Instituciones, en equipos, cuando oÃmos de vestidores divididos, clubes con problemas en su personal, en todo lo anterior están las respuestas.