Este es un tema altamente complejo aún no superado en muchas partes del mundo. Mientras el fútbol requiere una alta demanda de recursos y capitales para poder crear equipos competitivos, mantener estadios y operar toda la estructura que envuelve a un club.
Ese alto costo de operación provocó una nueva forma de manejar y diversificar las “marcas” que los equipos de fútbol suelen ser. Por lo que actualmente podemos ver una masiva intervención en nuevos mercados, con formas creativas de acercarse al aficionado y también de acercar recursos al Club.
Estas cosas han supuesto efectos positivos y negativos en los aficionados, algunos agradecen los cambios y el poder tener acceso a diversos productos y servicios con la marca de su equipo. Otros, se sienten “agredidos” con tanta modernidad. Sienten que los valores fundamentales de su club se han desvanecido, han sido quebrados, olvidados e incluso vejados ante esta ola nueva de negocios del fútbol.
Por lo regular, la modernización de escudos, estadios nuevos, remodelaciones, nuevos productos, alimentos e incluso manejo interno de los equipos, cambios de horario, vienen a mover viejas tradiciones que los aficionados no quieren dejar de lado. Es ahí donde debe existir un correcto balance, entre los nuevos beneficios, entre el acercamiento con el aficionado y la conexión emocional que va a tener por seguir siendo partícipe de su club con una nueva relación dentro del marco de nuevos productos y servicios.
Es también un momento para ser creativo, para identificar las principales tradiciones de cada afición y no afectar las de mayor arraigo, o las que puedan impactar en las emociones primarias de los fans. Es claro que para esto, el club debe de contar con un extraordinario conocimiento de su base de aficionados, para de ahí partir y resolver el problema mediante un equilibrio fundamental de las necesidades emocionales del seguidor contra las necesidades económicas y comerciales que hoy en día exige un equipo de fútbol.